Lesionarse implica una carga psicológica negativa importante. Sin embargo una parte del proceso de recuperación implica moverse paulatinamente. El ciclismo, y el ciclismo en bici fija en particular, es una buena opción en estos casos.
por Pablo Canales
Ante una lesión deportiva, en la mayoría de los casos es necesario tener un tiempo de reposo. Claro que eso dependerá de cuál sea el problema, de su gravedad y del consejo médico. Sin embargo, hasta en las lesiones en las que fuera necesario intervenir quirúrgicamente a la persona, por ejemplo una rotura de ligamentos de rodilla, los protocolos de rehabilitación incluyen como algo primordial comenzar a moverse paulatinamente. En este proceso, pedalear es una actividad sumamente beneficiosa para obtener resultados exitosos, ya que no hay impacto y la movilidad del o de los miembros lesionados está controlada en todo momento.
Algo fundamental para tener en cuenta es que no hay que pedalear con dolor bajo ningún concepto. Y consultar al médico inmediatamente, si éste apareciera.
Moverse
El pedaleo permite curarse en movimiento. Sólo por nombrar algunos desbalances físicos, esto es posible en lesiones de rodilla, problemas de ligamentos, desviaciones rotulianas, esguinces de tobillo y falta de tonicidad y/o fuerza de miembros inferiores.
No hay duda de que una lesión deprime al sujeto, sea éste un deportista avanzado que ve que sus objetivos no serán posibles de alcanzar o una persona que una vez por semana se junta con amigos para compartir un momento de distracción mediante el deporte. Lesionarse, entonces, implica un proceso negativo, una carga psicológica importante. Y moverse, aunque estemos lesionados, nos ayuda porque:
- Nos hace sentir psicológicamente mejor para afrontar este proceso, que puede llevar de unos pocos días a meses.
- Colabora con la recuperación, ya que la lesión se ve por un aumento del riego sanguíneo.
- Hay una menor pérdida en la tonicidad, fuerza y movilidad. Si nos quedáramos quietos esta diferencia con el miembro sano sería más importante.
- Se mantiene nuestro sistema cardiovascular entrenado, base de cualquier entrenamiento futuro.
- Nos permite mantener nuestro peso corporal, el gran problema de las lesiones, ya que seguimos alimentándonos como si estuviéramos entrenando a full.
El ciclismo estacionario
Más allá de los beneficios generales que el pedaleo aporta ante una lesión, una opción mucho más directa para estos casos es practicar ciclismo estacionario. He aquí algunos de los aportes de la bicicleta fija:
- Nos permite centrar nuestra atención en la lesión y en los movimientos contraindicados. Se puede regular la fuerza desde un mínimo (o sea, prácticamente sin resistencia) hasta una resistencia máxima. Se puede cuidar la lesión de acuerdo a la etapa en la que el proceso de recuperación se encuentra.
- A la bicicleta de ciclismo estacionario se le pueden regular el asiento y el manubrio. Por ejemplo, si la lesión es en una pierna (rodilla o tobillo) lo colocaremos bien alto, reduciendo el ángulo. Así se disminuye la flexión.
- Estamos en una sala y podemos parar en el momento que sea necesario.
- Es posible pedalear siguiendo un entrenamiento por bloques, con pausas pasivas y vuelta al pedaleo, según el entrenamiento.
- Hay un profesor que en todo momento puede ayudarnos y que es conveniente que esté al tanto del problema. Hacemos una entrada en calor y una vuelta a la calma guiada, algo que muchas veces obviamos al entrenar solos.
- Controlamos la frecuencia cardíaca en todo momento.
- Estamos rodeados de gente, música, buena onda. Esto servirá para despejarnos, salir un poco del bajón de una lesión.
Sin embargo, este último punto también puede distraernos de nuestro objetivo primordial, que es respetar la etapa de recuperación. El ambiente de la clase, la música, los amigos, son cosas que pueden entusiasmarnos y hacernos forzar demasiado la lesión. Hay que ir tranquilos y respetar las etapas del protocolo de rehabilitación. En las primeras sesiones es recomendable pedalear con poca o mínima resistencia.
A veces también es mejor no intentar seguir la clase, y en lugar de eso hacer nuestra sesión de entrenamiento de acuerdo a la rehabilitación.
En estos casos, por lo general la frecuencia ideal para practicar ciclismo estacionario es de dos veces por semana, de manera progresiva y sistemática, la única forma para lograr éxito tanto en un plan de entrenamiento como en un proceso rehabilitador. Logrado esto, la paciencia será el otro secreto para recuperarse con éxito.
Nota publicada en Biciclub Nº 187, julio 2010.